“Cyril es un niño de once años que se encuentra en un hogar de acogida debido a la mala situación económica y emocional de su padre. Tiene que hacer frente a un abandono que no entiende y que, por supuesto, no acepta. Intenta despertar de tal pesadilla buscando incesantemente a su padre pero simplemente encuentra motivos que lo alejan de la esperanza de recuperar su antigua vida. Cyril es un buen chico: es bueno, respetuoso, educado,… pero los reveses que le está dando la vida lo hacen meterse en problemas y sacar su peor cara; intenta fugarse del refugio y de su casa de acogida, agrede a niños y adultos,… vive una etapa angustiosa que, a juzgar por su comportamiento, parece irreversible. Finalmente, todo se queda en una mala etapa, un proceso duro de asimilación que acaba aceptando y cerrando gracias a que aparece en su vida un ángel de la guarda, su madre de acogida, quien con mucho cariño y paciencia, logra que Cyril se estabilice y vuelva a ser el niño que era.”
El fragmento anterior narra la historia de la película “El niño de la bicicleta”, pero desgraciadamente situaciones como ésta no solo forman parte de la ficción. Esta historia podría pertenecer a muchos niños y niñas adoptados o en acogimiento familiar, aunque tristemente en algunos de esos casos la historia no tiene un final feliz como el que acabó teniendo Cyril.
Los niños y niñas en adopción de 0 a 3 años suelen ser acogidos con mayor facilidad. Aunque no hay que olvidar que tanto ellos como los más mayores pueden tener dificultades, estos últimos presentan más problemas de adaptación. Además, pese a todo esto, está confirmado el hecho de que en una familia adoptiva el proceso de resiliencia es posible.
¿QUÉ ES LA RESILIENCIA?
La resiliencia es un concepto utilizado para definir la capacidad de una persona para afrontar y adaptarse a las adversidades que le marca la vida, superarlas y salir de ellas reforzado, pese a las circunstancias vividas.
En ocasiones la adopción lleva de la mano la necesidad del proceso de resiliencia del niño o de la niña, dado que, aunque pueda ya haber asimilado el abandono o soledad, tras ser acogido por una familia puede revivir momentos trágicos de su pasado que tendrá que resolver y afrontar además de adaptarse a un nuevo hogar.
Por todo esto, la adopción no es la cura inmediata para la realidad de estos niños o niñas, sino que es el primer paso del proceso.
¿CÓMO AYUDAR AL NIÑO O LA NIÑA ADOPTADO A ADAPTARSE?
Para llevar a cabo el proceso de resiliencia, hay que ayudar al niño a enfrentarse a la caótica realidad que en algunos casos han tenido que vivir. Tanto padres como profesionales podemos ser figuras de resiliencia ayudándoles y acompañándoles en este proceso. Aunque el niño lleve años en un centro y podamos considerar que hay que trabajar otros aspectos más directos a simple vista, como la adaptación al nuevo hogar, no debemos perder de vista la necesidad de que se desahogue, procese y asimile todo lo negativo de su pasado.
Podríamos considerar que este proceso de adaptación consta de dos pasos fundamentales:
- Asumir el rechazo por parte del niño o niña a la nueva situación, a menudo, esta difícil etapa de adaptación genera en el niño o en la niña situaciones de ansiedad y nerviosismo que pueden exteriorizar haciéndose daño, por sus sentimientos de odio, rabia y dolor y por no lograr interpretar la realidad que está viviendo. Por lo tanto, es necesario que la familia le ayude en este proceso, haciéndole entender lo que está pasando de forma sensata y clara, para que pueda desengañarse y comenzar a hacer frente al dolor.
- Admitir la nueva realidad y el cariño, lograr la comunicación con el niño o la niña y ganarse su confianza es vital, mostrándole que puede exteriorizar sus sentimientos en su nuevo hogar proporcionándole la seguridad suficiente para que pueda aprender a manejarlos sin que le dañen y para que pueda mirar al futuro sin renunciar a su pasado, con mayor esperanza y optimismo.
¿QUÉ TENER EN CUENTA COMO PADRE, MADRE O FAMILIA ADOPTIVA?
Son muchas las nuevas situaciones que hay que afrontar cuando un niño o una niña llega a una familia y como ya hemos visto, muchas de ellas serán complicadas. Hay que tener en cuenta que habrá momentos en los que os podáis sentir desorientados y/o desbordados por la realidad a asumir, y pueden brotar sentimientos de culpabilidad, desasosiego y frustración. Además, por todo ello, podrán surgir problemas entre la pareja al verse alterado el día a día y querer darse por vencidos.
Será en estos momentos en los que habrá que respirar profundo y acordarse de estos consejos, de que nada es fácil pero que es posible salir victorioso de los momentos angustiosos. No debemos poner nunca en duda nuestra capacidad de control cuando amenazan este tipo de sentimientos, por lo que la paciencia y la serenidad serán grandes aliadas.
En general, se podrá llegar a estas situaciones debido a las emociones del niño o de la niña en cuestión, que generan conductas que preocupan y, como padres adoptivos, debéis tener en cuenta que el niño o niña necesitará saber que él es lo primero para sus padres, que todo lo que intentáis aportarle y enseñarle es real y que no van a volver a dejarlo. Por todo esto, muchas veces se sentirá irritable y en ocasiones podrá generar situaciones difíciles para comprobar que él o ella son lo primero.
La adopción es una experiencia maravillosa, aunque pueden aparecer momentos difíciles. Si en tu día a día surgen dudas sobre cómo reaccionar a las dificultades que vayan surgiendo, no te preocupes, en ÍTACA PSICÓLOGOS CORUÑA podemos ayudarte a afrontar este proceso y llevarlo con calma y tranquilidad. Recuerda que a lo largo de todo este proceso el niño o la niña irá recuperando la esperanza y la confianza rodeado de comprensión y cariño.
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